Aquella
noche, el bar apestaba especialmente a alcohol, sudor y tabaco. Sobre el
escenario, embutida en un y con excesivo carmín en los labios, una chica que
solo tenía huesos cantaba con voz rota una triste canción.
En
la barra, un hombre grandote y con tres borrachos aburridos no prestaban
ninguna atención a la chica.
En
la esquina más sombría, un orondo señor trataba de convencer a una chica un
poco ingenua para irse, ella le miraba con ojos de inocente.
A
mi mesa se sentó un flacucho de bigotes finos y mirada perdida. El pobre
desvariaba casi todo el tiempo, pero en un momento de lucidez le dijo a la
chica:
- No te
fíes de ese hombre porque solo quería utilizar a las chicas débiles como tú.
El
hombre robusto se levantó de la mesa le arreó un pucherazo y le dijo:
- No te
metas en mis asuntos - y golpeándolo con patadas el hombre flacucho estaba
tendido en el suelo. La chica que cantaba paró en seco, los borrachos se callaron
y se hizo un silencio casi aterrador.
Me
fui con la excusa de ir al baño, aunque al abrir la puerta tuve un desagradable
incidente. Un señor bastante bajito, vestido con la chaqueta de un traje, los
pantalones de otro y dos zapatos diferentes, me empujó sin disculparse y salió
despavorido del bar. Iba pendiente de un maldito reloj, preocupado porque ya
eran más de las tres.
Desde
el interior del baño oí unos susurros que procedían de la calle.
Me
subí a la papelera para alcanzar la ventana que daba al callejón.
- Ahí
fuera, dos siluetas oscuras parecían conspirar contra la vida de alguien.
- Eso es
una locura, Pablo - oí que decía una de las voces.
- ¿Acaso
no merece venganza por la que ha hecho? Ese maldito perro tendrá su merecido.
No es mal lugar para olvidarse de la muerte inminente, el cáncer permite ir donde en condecoren normales uno no iría.
ResponEliminaUn abrazo
Estoy de acuerdo contigo ya que cuando lo tienes muchas veces llegas a hacer realidad sueños a los que a lo mejor en condiciones normales nunca harías.
EliminaTodos tendríamos que poder hacer realidad nuestros sueños y no solamente cuando tienes una enfermedad incurable, creo que si todos pensáramos como si tuviéramos una enfermedad en la cuál cualquier día nos pudiéramos morir a lo mejor las cosas las haríamos de otra manera y podríamos hacer realidad nuestros sueños.
Un abrazo
Ha veces para no estar en casa, en un ambiente desagradable o con la tencion a flor de piel, prefieres estar en cualquier sitio menos en tu casa.
ResponEliminaHa veces las situaciones familiares te llevan a no desear estar en casa y la soledad es la peor
ResponEliminaBesos